lunes, 23 de septiembre de 2019



NO DEJARSE DERROTAR

   Marta Campillo

     Cuando éramos pequeños y comenzamos a aprender ciertas habilidades que requirieron ser realizadas miles de veces para poder dominarlas, como caminar, masticar, comer con cubiertos, ni se diga hablar, que tomo muchos ensayos para poder controlar el nivel de eficiencia con la que se realizaba la habilidad, así cabe preguntarse ¿Cómo fue que aprendimos a no dejarnos vencer por la frustración, por la desesperanza de no poder a la primera? Desde ahí, aprendimos a perseverar, a caernos y levantarnos y seguir intentando, sin llegar a conclusiones negativas de lo que somos y sin que el caernos y no lograrlo significara fracaso.
    Si pensamos en cualquiera de las habilidades complejas, nadar, cantar, escribir poemas, manejar etc. Tendríamos que reconocer que nos llevó mucho tiempo tener maestría en esa habilidad. Toda esta adquisición de habilidades complejas, hizo necesario aprender habilidades emocionales como resistencia a la frustración, paciencia, perseverancia para poder llevar a cabo eso que queríamos aprender, para lo cual tuvimos que hacer lo mismo muchas veces, tomando a cada repetición como práctica que nos hacia ir logrando poco a poco aquello que deseábamos aprender.
      Muchas veces aún con la práctica no logramos tener suficiente habilidad para convertirnos en buenos o muy buenos ejecutantes de aquella habilidad. Recuerdo que desde la infancia, cuando en mis papás nos llevaron a clases de diferentes cosas, no todos pudimos aprender esos deportes o manualidades o instrumentos y sin embargo en esa búsqueda fuimos encontrando las cosas que nos gustaban y que se nos hacían más fáciles y ahí perseveramos más y le seguimos con más cursos de niveles más avanzados, el énfasis siempre fue en encontrar  lo preferido, aquello que nos hacía feliz pasarnos horas haciendo aunque a los demás les pareciera aburrido o poco interesante, sin llegar a la conclusión negativa de que había muchas otras cosas que abandonábamos por falta de habilidad. No todos tenemos las mismas capacidades, ni podemos lograr las mismas habilidades con alto grado de eficiencia.
      La habilidad emocional de no dejarnos caer por la derrota, por lo que no nos sale bien, por los problemas, es algo que se pone a prueba muchas veces en la vida puesto que ya sea en al trabajo, en las relaciones con los demás, en los accidentes o cambios imprevistos en la vida o en lo económico, o en la enfermedad, siempre tendremos que enfrentar muchas situaciones negativas que nos demandan calma. Cada quien tiene su método de calmarse, de controlar sus pensamientos para que no los consuma la angustia y negatividad, cada quien, si se detiene y lo piensa, sabe que cosas le han ayudado en el pasado y lo que la persona conoce de sí misma para poder manejar y enfrentar lo que ahora se presenta.
     El miedo, la angustia y la depresión son repuestas emocionales que nos surgen de inmediato ante el impacto emocional negativo de la situación, pero no son buenas compañeras para poder resolver o ver con claridad lo que necesitamos hacer, tanto emocionalmente como físicamente, para estar en un mejor estado corporal y emocional, que nos permita ver con claridad, que opciones tenemos. Algunas veces cuesta trabajo aceptar la pérdida la situación que produce cambios irreparables y aún así, hay la posibilidad de ir a lo que nos motiva y lo que valoramos en la vida para poder visualizar y recargarnos en eso que consideramos valioso y que es nuestra razón de vivir. Desde ahí, recuperando lo que es importante para uno mismo, y lo que queremos que sea nuestra motivación de vida hay que buscar manera de no escuchar al miedo o a la sinrazón de los pensamientos negativos, par air recuperando lo que sabemos de nosotros, esos saberes que están en nuestra experiencia de vida, eso que está ahí contenido en lo que somos y en nuestra historia, eso que apreciamos de ser quienes somos. Recargados en esa seguridad interna podremos ir descubriendo hacia donde podemos seguir la vida y lograr la calidad emocional y física que necesitamos, aún dentro de las limitaciones que nos pueda imponer la enfermedad o la tragedia.
      Dentro de toda esa experiencia de vida del pasado también está a visión de las personas amadas que se han ido, pero cuyo amor y reconocimiento de lo que para ellas o ellos nosotros somos y de lo que tenemos capacidad de hacer y de lograr, está con nosotros y nos puede servir como una base de amor y de apoyo, a lo que somos y a las muchas posibilidades que ellos o ellas veían en nosotros y que al revivir ese cariño nos hace recordar y revivir, todo aquello que es lo mejor de lo que somos y que tenemos y sentirnos queridos y apreciados por un cariño eterno y por su apoyo para superar las crisis.