NO DEJARSE DERROTAR
Marta Campillo
Cuando éramos pequeños y comenzamos a aprender ciertas habilidades que requirieron ser realizadas miles de veces para poder dominarlas, como caminar, masticar, comer con cubiertos, ni se diga hablar, que tomo muchos ensayos para poder controlar el nivel de eficiencia con la que se realizaba la habilidad, así cabe preguntarse ¿Cómo fue que aprendimos a no dejarnos vencer por la frustración, por la desesperanza de no poder a la primera? Desde ahí, aprendimos a perseverar, a caernos y levantarnos y seguir intentando, sin llegar a conclusiones negativas de lo que somos y sin que el caernos y no lograrlo significara fracaso.
Si pensamos en cualquiera de las habilidades complejas, nadar, cantar, escribir
poemas, manejar etc. Tendríamos que reconocer que nos llevó mucho tiempo tener maestría
en esa habilidad. Toda esta adquisición de habilidades complejas, hizo
necesario aprender habilidades emocionales como resistencia a la frustración, paciencia,
perseverancia para poder llevar a cabo eso que queríamos aprender, para lo cual
tuvimos que hacer lo mismo muchas veces, tomando a cada repetición como práctica
que nos hacia ir logrando poco a poco aquello que deseábamos aprender.
Muchas veces aún con la práctica no
logramos tener suficiente habilidad para convertirnos en buenos o muy buenos ejecutantes
de aquella habilidad. Recuerdo que desde la infancia, cuando en mis papás nos llevaron
a clases de diferentes cosas, no todos pudimos aprender esos deportes o manualidades
o instrumentos y sin embargo en esa búsqueda fuimos encontrando las cosas que nos
gustaban y que se nos hacían más fáciles y ahí perseveramos más y le seguimos
con más cursos de niveles más avanzados, el énfasis siempre fue en encontrar lo preferido, aquello que nos hacía feliz
pasarnos horas haciendo aunque a los demás les pareciera aburrido o poco interesante,
sin llegar a la conclusión negativa de que había muchas otras cosas que abandonábamos
por falta de habilidad. No todos tenemos las mismas capacidades, ni podemos
lograr las mismas habilidades con alto grado de eficiencia.
La habilidad emocional de no dejarnos
caer por la derrota, por lo que no nos sale bien, por los problemas, es algo
que se pone a prueba muchas veces en la vida puesto que ya sea en al trabajo,
en las relaciones con los demás, en los accidentes o cambios imprevistos en la
vida o en lo económico, o en la enfermedad, siempre tendremos que enfrentar muchas
situaciones negativas que nos demandan calma. Cada quien tiene su método de
calmarse, de controlar sus pensamientos para que no los consuma la angustia y
negatividad, cada quien, si se detiene y lo piensa, sabe que cosas le han
ayudado en el pasado y lo que la persona conoce de sí misma para poder manejar
y enfrentar lo que ahora se presenta.
El miedo, la angustia y la depresión son repuestas
emocionales que nos surgen de inmediato ante el impacto emocional negativo de
la situación, pero no son buenas compañeras para poder resolver o ver con
claridad lo que necesitamos hacer, tanto emocionalmente como físicamente, para
estar en un mejor estado corporal y emocional, que nos permita ver con claridad,
que opciones tenemos. Algunas veces cuesta trabajo aceptar la pérdida la situación
que produce cambios irreparables y aún así, hay la posibilidad de ir a lo que
nos motiva y lo que valoramos en la vida para poder visualizar y recargarnos en
eso que consideramos valioso y que es nuestra razón de vivir. Desde ahí,
recuperando lo que es importante para uno mismo, y lo que queremos que sea nuestra
motivación de vida hay que buscar manera de no escuchar al miedo o a la
sinrazón de los pensamientos negativos, par air recuperando lo que sabemos de
nosotros, esos saberes que están en nuestra experiencia de vida, eso que está
ahí contenido en lo que somos y en nuestra historia, eso que apreciamos de ser
quienes somos. Recargados en esa seguridad interna podremos ir descubriendo
hacia donde podemos seguir la vida y lograr la calidad emocional y física que
necesitamos, aún dentro de las limitaciones que nos pueda imponer la enfermedad
o la tragedia.
Dentro de toda esa experiencia de vida
del pasado también está a visión de las personas amadas que se han ido, pero
cuyo amor y reconocimiento de lo que para ellas o ellos nosotros somos y de lo
que tenemos capacidad de hacer y de lograr, está con nosotros y nos puede
servir como una base de amor y de apoyo, a lo que somos y a las muchas
posibilidades que ellos o ellas veían en nosotros y que al revivir ese cariño
nos hace recordar y revivir, todo aquello que es lo mejor de lo que somos y que
tenemos y sentirnos queridos y apreciados por un cariño eterno y por su apoyo para
superar las crisis.