lunes, 24 de febrero de 2020





LA RIQUEZA IGNORADA
   Marta Campillo


   Muchas veces durante la época donde comenzamos a tener una idea más clara de quienes somos, cuando nos reconocemos como personas, pareciera que tenemos que estar sometidos al catálogo de evaluaciones. Hay muchas ideas acerca de lo que se debe ser, que socialmente circulan como parte de los discursos que sostienen ciertas ideas de belleza, de la capacidad, de la competencia o de la inteligencia. Socialmente estamos sujetos a la continua evaluación ¿Qué tan alto eres? ¿Qué tan clara u obscura tienes la piel? ¿Cuánto pesas? ¿Qué tan bonita o agraciada eres? ¿Qué tan simpática? Cualquier parte del cuerpo puede ser comparada y descalificada, ojos, dientes, nariz, pestañas, cabello etc.
     En fin, casi todos los atributos personales se pueden medir o valorar y al estar rodeados de esa valoración, puede ser que la hagamos nuestra y la retomemos como parte de nuestra propia valoración de nuestra autoimagen, la manera en que nos vemos y lo que concluimos de lo que nos falta o no tenemos o no nos gusta de nosotros mismos, de nuestro cuerpo o de la manera en la cual actuamos y como somos.   
    Cuando organizamos la experiencia vivida o lo que nos pasó al interactuar con otros, seleccionamos una parte de esa experiencia y otra parte de lo vivido, lo dejamos fuera, en la memoria y sin explicarla. Predomina la parte de la experiencia vivida o de la historia que se tiene alrededor del problema. Nos vemos a través de un juicio que mide la belleza, la capacidad y en el cual, generalmente se enfatizan cosas que no se pueden alterar. Por ejemplo, si una joven llega a la conclusión de que tiene las piernas "flacas", o la "nariz" pequeña o no tiene "cintura". Esa idea hace que una parte del cuerpo la defina como persona.  
     La valoración negativa de una parte de la persona o de su cuerpo, pareciera ocultar o filtrar, el resto de la identidad, lo cual hace que nos veamos solo a través de eso que estamos valorando como negativo. La persona puede ser buena deportista, o ser emprendedora e implementar proyectos, puede ir muy bien en la escuela y, sin embargo, menospreciarse a sí misma/o y no reconocer otras habilidades y conocimientos que la definen.
     El sufrimiento y dolor emocional producto de las conclusiones negativas alteran la vida, puesto que encierran a la persona en el desprecio de alguna parte de sí misma/o, que no se puede cambiar y esa infelicidad puede transformarse en depresión o en dificultad para relacionarse con los demás. Muchas veces es el dolor lo que lleva a la persona a cuestionar su manera de verse a sí misma y siente la necesidad de cambiar o dejar o abandonar esas creencias lacerantes de su identidad.
      Afortunadamente como la vida es multihistoriada, esto es, interactuamos en muchos niveles con muchas personas y relaciones, en las cuales, la manera de como somos y lo que creemos y lo que observamos de lo que hacemos, depende de las interacciones con las otras personas, lo que apoyen en nosotros, de lo que aprendemos y de las conclusiones a las que lleguemos acerca de nuestras habilidades y conocimientos. Así puede ser que en una interacción de competencia o rivalidad se prioricen las características físicas y ahí se creen la descalificación de otros atributos y capacidades. Pero en otros ambientes y relaciones, esas capacidades justamente permiten que la persona sobresalga. Esa riqueza de una persona que puede interactuar en múltiples ambientes y personas, que puede aprender y desenvolverse en diferentes ambientes y relaciones, dan la posibilidad de que lo que somos se vaya enriqueciendo en esa multihistoria.
      La persona se desenvuelve en cada relación, en cada situación con la posibilidad de dar y recibir experiencias de vida distintas. No nos comportamos igual ni en la casa, ni en la escuela ni con los amigos y de manera diferente con cada persona que tratamos. Somos como un caleidoscopio que mueve sus pedacitos con cada interacción y se van formando figuras diferentes y sigue siendo ese caleidoscopio con interacciones particulares y aprendizajes múltiples. Así, vamos acumulando la riqueza de todo lo que podemos aprender, dar y recibir y crear.
      Las ideas pueden pasar de ser una visión del mundo, a controlar lo que queremos y como nos vemos y valoramos. Así, llega el momento que hay que cuestionarlas para poder tomar la decisión de lo que queremos creer de lo que somos, la visión que preferimos tener de nosotros mismos, de nuestras posibilidades y de lo que podemos lograr en el futuro.
      Cuestionar las ideas negativas, se hace necesario para cicatrizar el dolor que producen cuando ofenden o dañan lo mas preciado para la persona misma, su integridad y su auto imagen. Así, abandonar y cuestionar las creencias derivadas de la valoración o de las expectativas que discriminan, permite que la persona escoja lo que quiere ser y en lo que quiere creer para sí misma y para sus relaciones con los demás. Aquella riqueza que está en las posibilidades de desarrollo y crecimiento, de sus conocimientos y habilidades de vida.     

miércoles, 19 de febrero de 2020




AMIGA
     marta campillo

ESCUCHAS MI TRISTEZA
CUANDO MI VOZ
EXPRESAR NO PUEDE
EL PESO DEL DOLOR

ESTAS AHÍ CUANDO
HAY QUE CELEBRAR
LA VIDA Y COMPARTIR
LA FELICIDAD

TU MAMO APOYA
LO MEJOR DE MI
AL DEVELAR LO QUE PUEDO Y LO QUE SOY

ERES CON TU PRESENCIA ÚNICA
VIDA, VUELTA SONRISA
Y ALEGRÍA CONVERTIDA
EN PASIÓN

LLAMARTE AMIGA 
ES VER LA CONEXIÓN 
QUE NACE EN EL NICHO 
QUE DE TU EXISTENCIA EMANA

REFLEJANDO TU LUZ EN LOS DEMÁS
AL COMPARTIR TU CALIDEZ
INSPIRAS EL AMOR 
POR LA VIDA Y LA AMISTAD

viernes, 7 de febrero de 2020





SI, PERO NO
marta campillo

      En muchas ocasiones en las relaciones que mantenemos, nos comportamos bajo una premisa que se articula por la idea: "sí pero no”; “si te quiero, pero no acepto como eres". Se trata de que cuando pensamos con dos premisas encontradas al mismo tiempo, que crean una propuesta contradictoria e irresoluble puesto que implican perspectivas opuestas y si tratamos de mantener y vivir de acuerdo con las dos, nos complica la posibilidad de entender que nos pasa, por que nos afecta tanto la confusión que se genera, no permite que evaluemos las consecuencias de estar en un lado o en el otro, y se sigue creando la ilusión de que se pueden mantener y vivir con los dos polos opuestos.
       Esta manera de pensar y de actuar es muy confusa, muchas veces no nos percatamos de que estas dos expresiones contrarias y juntas son una paradoja, o sea un planteamiento irresoluble de dos visiones contrarias en una misma relación. Una manera de pensar que no permite aclarar los problemas, o las relaciones, para poder entender loa manera como nuestras acciones sin querer mantienen los problemas, y además no vemos cómo podemos cambiar. Las paradojas son irresolubles si no nos ponemos de un lado o del otro, hay que tomar partido. Por ejemplo, si yo quiero bajar de peso y digo “si quiero bajar, pero no quiero hacer nada” estoy en una paradoja, aunque no lo diga. Luego entonces si no resuelvo estaré preocupada o viviendo mal sin poder cambiar. Por otro lado, si tomo una decisión y digo “sí quiero bajar” entonces hay que preguntarse ¿Cuál es el plan de acción? Tal vez, dieta, ejercicio, meditación y deporte o lo que ayude. Si digo “no quiero” bueno tengo entonces que estar consciente de las consecuencias del sobrepeso, posible enfermedad, no estar feliz con el estado del cuerpo y la autoimagen, deterioro de la movilidad y la capacidad física etc.
           Pensar en las consecuencias que el pensamiento paradójico tiene sobre la vida, y para la posibilidad de resolver problemas, nos permite desentrañar los obstáculos que esconden la realidad de los que vivimos. Cuando definimos las relaciones con los demás o con nosotros mismos desde la paradoja, nos encerramos en el sufrimiento. Muchas veces sucede eso en las parejas y sin decirlo se comienza a vivir aceptando cosas que no queremos, por ejemplo, te quiero, pero quiero tener otras parejas. ¿Cuál es la consecuencia de aceptar eso? No me quiero ir de la relación y terminarla pero, no me puedo quedar en la relación. Entonces si me quedo en la relación pero no me quedo a gusto a vivir bien. Para resolver hay que ponerse de uno de los dos lados. O me quedo y aprendo a que no me duela y a vivir así, o me decido a irme y dejar la relación en la que la persona no quiere o puede cambiar.
      No es únicamente darse cuenta de que hay situaciones con las que no podemos vivir puesto que no las podemos cambiar, sino que para resolverlas hay que tomar una decisión, si me pongo del lado del “sí quiero” ¿Eso qué implica? que tengo que hacer todo lo necesario para poder lograrlo. Si digo “quiero sacar 10 pero no quiero estudiar y hacer todo lo que me piden” las probabilidades de que eso pase son nulas. Si digo “sí quiero” y hago tareas, estudio, presento trabajos etc. Lo más seguro es que salga bien, que si pueda obtener lo que quiero. Y si digo “no” quiero hacer todo eso, me estoy poniendo del lado del no y tomo la decisión de no hago, tengo que pensar en las consecuencias de no hacerlo. Si digo “si quiero” pero no puedo tendría que explorar que dificultades tengo para aprender, para adquirir esa habilidad que me permita acceder a ese conocimiento, por ejemplo, clases particulares, o resolver algún problema neurológico, y buscar soluciones.
      La paradoja ciega ofusca, y confunde pues nos atrapa en la indecisión, en el empeño de querer mantener dos cosas irreconciliables y mantener los problemas que nos hacen sufrir. Darse cuenta de las maneras paradojales en que pensamos y en las que actuamos, nos permite que podamos decidir y darnos cuenta de con que cosas sí, podemos vivir y con cuales, aunque nos duela, no podríamos quedarnos y seguir manteniéndonos en esa relación o en ese estilo de vida. Así, para poder aclararnos acerca de lo que vivimos o los que nos pasa, cuando no podamos ver muy claro, podemos preguntarnos ¿Es esto lo que quiero hacer o así es como quiero vivir? ¿Qué si acepto y quiero de como vivo? ¿Y con que no puedo vivir? Si decido quedarme, tengo que hacer o aceptar las consecuencias de esa decisión. Si decido irme o salirme o no hacer eso con lo que no puedo vivir, a la mejor tendré un dolor momentáneo, pero aprenderé a tomar decisiones que me favorezcan, a no ponerme o a estar en situaciones de aceptar la injusticia. Aprender a rescatarse es una habilidad importante para salvaguardar la integridad.