LA RIQUEZA IGNORADA
Marta Campillo
Marta Campillo
Muchas veces durante la época donde comenzamos a tener una idea más clara de quienes somos, cuando nos reconocemos como personas, pareciera que tenemos que estar sometidos al catálogo de evaluaciones. Hay muchas ideas acerca de lo que se debe ser, que socialmente circulan como parte de los discursos que sostienen ciertas ideas de belleza, de la capacidad, de la competencia o de la inteligencia. Socialmente estamos sujetos a la continua evaluación ¿Qué tan alto eres? ¿Qué tan clara u obscura tienes la piel? ¿Cuánto pesas? ¿Qué tan bonita o agraciada eres? ¿Qué tan simpática? Cualquier parte del cuerpo puede ser comparada y descalificada, ojos, dientes, nariz, pestañas, cabello etc.
En fin, casi todos los atributos personales se pueden medir o valorar y al
estar rodeados de esa valoración, puede ser que la hagamos nuestra y la retomemos
como parte de nuestra propia valoración de nuestra autoimagen, la manera
en que nos vemos y lo que concluimos de lo que nos falta o no tenemos o no nos
gusta de nosotros mismos, de nuestro cuerpo o de la manera en la cual actuamos
y como somos.
Cuando organizamos
la experiencia vivida o lo que nos pasó al interactuar con otros, seleccionamos
una parte de esa experiencia y otra parte de lo vivido, lo dejamos fuera, en la
memoria y sin explicarla. Predomina la parte de la experiencia vivida o de la historia
que se tiene alrededor del problema. Nos vemos a través de un juicio que mide
la belleza, la capacidad y en el cual, generalmente se enfatizan cosas que no
se pueden alterar. Por ejemplo, si una joven llega a la conclusión de que tiene
las piernas "flacas", o la "nariz" pequeña o no tiene
"cintura". Esa idea hace que una parte del cuerpo la defina como
persona.
La valoración negativa de una
parte de la persona o de su cuerpo, pareciera ocultar o filtrar, el resto de la
identidad, lo cual hace que nos veamos solo a través de eso que estamos
valorando como negativo. La persona puede ser buena deportista, o ser emprendedora
e implementar proyectos, puede ir muy bien en la escuela y, sin embargo,
menospreciarse a sí misma/o y no reconocer otras habilidades y conocimientos
que la definen.
El sufrimiento y dolor
emocional producto de las conclusiones negativas alteran la vida, puesto que
encierran a la persona en el desprecio de alguna parte de sí misma/o, que no se
puede cambiar y esa infelicidad puede transformarse en depresión o en dificultad
para relacionarse con los demás. Muchas veces es el dolor lo que lleva a la persona
a cuestionar su manera de verse a sí misma y siente la necesidad de cambiar o dejar
o abandonar esas creencias lacerantes de su identidad.
Afortunadamente
como la vida es multihistoriada, esto es, interactuamos en muchos niveles con
muchas personas y relaciones, en las cuales, la manera de como somos y lo que creemos
y lo que observamos de lo que hacemos, depende de las interacciones con las
otras personas, lo que apoyen en nosotros, de lo que aprendemos y de las
conclusiones a las que lleguemos acerca de nuestras habilidades y
conocimientos. Así puede ser que en una interacción de competencia o rivalidad
se prioricen las características físicas y ahí se creen la descalificación de
otros atributos y capacidades. Pero en otros ambientes y relaciones, esas
capacidades justamente permiten que la persona sobresalga. Esa riqueza de una persona
que puede interactuar en múltiples ambientes y personas, que puede aprender y
desenvolverse en diferentes ambientes y relaciones, dan la posibilidad de que
lo que somos se vaya enriqueciendo en esa multihistoria.
La persona se desenvuelve en
cada relación, en cada situación con la posibilidad de dar y recibir experiencias
de vida distintas. No nos comportamos igual ni en la casa, ni en la escuela ni
con los amigos y de manera diferente con cada persona que tratamos. Somos como
un caleidoscopio que mueve sus pedacitos con cada interacción y se van formando
figuras diferentes y sigue siendo ese caleidoscopio con interacciones
particulares y aprendizajes múltiples. Así, vamos acumulando la riqueza de todo
lo que podemos aprender, dar y recibir y crear.
Las ideas pueden pasar de
ser una visión del mundo, a controlar lo que queremos y como nos vemos y
valoramos. Así, llega el momento que hay que cuestionarlas para poder tomar la decisión
de lo que queremos creer de lo que somos, la visión que preferimos tener de nosotros
mismos, de nuestras posibilidades y de lo que podemos lograr en el futuro.
Cuestionar las ideas
negativas, se hace necesario para cicatrizar el dolor que producen cuando
ofenden o dañan lo mas preciado para la persona misma, su integridad y su auto imagen.
Así, abandonar y cuestionar las creencias derivadas de la valoración o de las
expectativas que discriminan, permite que la persona escoja lo que quiere ser y
en lo que quiere creer para sí misma y para sus relaciones con los demás. Aquella riqueza que está en las posibilidades de desarrollo y crecimiento, de sus conocimientos y habilidades de vida.