lunes, 30 de diciembre de 2019


RENACER
   Marta campillo

REUNIRSE CON AMIGOS

NOS INVITA A EVOCAR
LOS MOMENTOS COMPARTIDOS
QUE DEFINEN LA AMISTAD

CELEBRAR EL CREAR 
TRABAJO Y PROYECTOS COMPARTIDOS
REFUERZAN EL EMPEÑO
DE GENERAR LA UNIÓN

LOGRAR SER MEJORES
EN NUESTRO QUEHACER
ES APRENDER ACEPTAR
QUE HAY QUE CAMBIAR
PARA LOGRAR RENACER

HAY QUE APRENDER 
DE LO QUE SOMOS 
Y AL ABRIR NUEVOS HORIZONTES DE ESPERANZA,
MOSTRAR TODO LO QUE PODEMOS SER

SER EN EL HOY
CON EL FUTURO PRESENTE
QUE GUÍE NUESTRO ACCIONAR
HACIA LO QUE QUEREMOS LOGRAR

ASÍ SIEMPRE BRILLARÁ
EL PROPÓSITO DE PERSONIFICAR
EN EL GRUPO, 
LO MEJOR QUE CADA QUIEN PUEDE APORTAR

martes, 3 de diciembre de 2019





EL DOLOR EMOCIONAL
Marta Campillo

  A lo largo de la vida, hay dificultades con las relaciones importantes que nos producen un gran dolor emocional.  Uno de esos problemas que genera trauma, es el desamor de las figuras paternas en la infancia.
    Cuando estamos pequeños, las relaciones fundamentales, nos están enseñando a vivir, con su cuidado, protección y apoyo, aprendemos a relacionarnos, a manejar y resolver los problemas concretos y las emociones que nos producen; a tener seguridad, a afrontar situaciones problemáticas, y a ir descubriendo lo que es valioso e importante para nosotros y nuestra vida.
     Vamos aprendiendo a ser, al convivir con otros, al interactuar, al vernos a través de los ojos de las personas que nos quieren y nos cuidan. Así, en ese relacionarnos se hace como un nicho, en el que nos desarrollamos, crecemos, aprendemos de lo que somos y desarrollamos habilidades de vida. Cabe ahora preguntarnos, ¿Qué pasa con ese ser humano en proceso de formación, si, ese ambiente relacional es negativo, violento, con manipulaciones emocionales o negligencia o abuso? ¿Tendrá repercusiones emocionales el haber sido criado así? Claro que sí, pero no es lo único que aprendemos.
     Lo maravilloso de la experiencia es que es múltiple,  no existe una sola historia, no se vive únicamente la historia de trauma, al mismo tiempo, se sobrevive, la persona se defiende, encuentra maneras de ir más allá de esas relaciones dañinas y a defenderse y rescatarse a sí mismo, aunque en ese momento no se tenga conciencia clara de las otras historias que se desarrollan, o de los conocimientos de cómo sobrevivir, de cómo dar cariño y protección a otras perdonas. Así cuando crecemos recordamos mucho de lo que nos hirió y se comienza a ir visible nuestra manera de sobrevivir y aquellas cosas a las que aprendimos a darles valor, ahora se vuelven la fuerza para cambiar y definir nuestra vida de acuerdo a lo preciado, a no que valoramos.
      La intensidad del dolor emocional está en relación a que tanto el problema daña o va en contra de lo que valoramos. Y puede generarse dolor de muchas situaciones, pérdidas, traiciones, al desamor de personas importantes, o al fracaso de expectativas personales o la enfermedad.
     En cada caso lo que enfrentamos, al mismo tiempo que genera dolor, produce muchas respuestas basadas en nuestros conocimientos de vida, a esa sabiduría de sobrevivencia que muchas veces no sabemos que lo tenemos pero que nos ayuda a ir mas allá del problema para encontrar soluciones.


      La vida nos da experiencias que nos ayudan a vivir, a decidir cómo queremos ser y hacer nuestra vida y la manera cómo cambiar lo que nos afecta para lograr vivir como queremos vivir. La fuerza para ser está contenida en nuestra historia, en nuestros aprendizajes, en las relaciones que creamos y que conservamos y en aquello que vamos descubriendo no únicamente al lograr cosas sino también al equivocarnos. Ese cúmulo de experiencias, incluso las negativas, nos van dejando un saldo de sabiduría, de definición de lo que lo que deseamos y lo que valoramos y nos comprometemos a defender como lo nuestro. Esto es la formación de nuestra identidad, en el nicho de las interacciones y de las experiencias, de los problemas y los retos de resolver y entender, no solo a nosotros mismos sino a los demás y a los que nos permite crear proyectos, descubrir lo que podemos realizar, que incluso es dejar ir el dolor o perdonar lo injusto. En ese cúmulo de experiencias vitales están los secretos de ser la persona que deseamos ser.