RECUPERANDO LA FUERZA DE VIVIR
Marta Campillo
Hay momentos en la vida que te confrontan con una serie de amarguras y
problemas que parecieran ahogarte, no te dejan ver por donde es la salida.
Muchas veces los problemas son de salud, otras veces son económicos, otras más son
de relaciones personales o también problemas emocionales que nos agotan como la
depresión o la ansiedad. Ante la avalancha, no queda de otra opción, que
responder con creatividad y echando mano de aquello que disfrutamos hacer
y en lo que tenemos conocimientos.
Siempre hay una salida, lo que pasa es
que la cercanía con lo vivido, muchas veces no nos permite tener la distancia
emocional para buscar opciones. Así, lo primero es reconocer que estamos en
medio del huracán. Es importante mirar e identificar todo aquello que contribuye a que nos
enredemos más y nombrarlo y ver sus efectos; y ésto nos ayuda a decidir lo que queremos hacer.
Si queremos renunciar a la inmovilidad y la tristeza, que habilidades tenemos a
la mano que nos permiten, decir ¡no más! y decidir, comenzar haciendo algo que nos ayude
a recuperar la cordura y la calma interior.
Muchas veces cuando se lucha con
enemigos grandes, como las adicciones, o las enfermedades graves, hay que
aceptar ayuda de otras personas para mejorar el estado general de salud, y de
ahí, reconectarnos con lo que es fundamental en la vida, tal vez, el amor a la
familia, tal vez, el querer salvarnos para estar mejor y no sufrir, hay que conectarse con todo aquello que nos permita
encontrar lo que nos motiva a vivir. Así, podríamos preguntarnos ¿Qué es aquello
que valoro en mi vida y por lo que estoy dispuesto a luchar para vencer el
problema? ¿Cómo aprendí que eso que valoro, es importante para mí? ¿Cuál es el
efecto que reconocerlo tiene en mí, para ayudarme a enfrentar el problema? Por
ejemplo, si tengo que controlar una adicción y reconozco que el amor a mis
hijos es fundamental y me inspira a dejar la adicción, y me pregunto, ¿Cómo es
que reconocer el amor por mis hijos me ayuda a mantenerte sobrio? Repensar lo
que nos mantiene vivos y nos da la fuerza para resolver los problemas es una
parte muy importante, al mismo tiempo que reconocemos ¿Cómo hace el problema
para descarrilar la vida, que ideas nos pesan, qué expectativas, que cosas
idealizadas de lo que pudiera ser y no es, esperamos o creemos y no nos permite
cambiar? Hay que identificar los para cambiarlos.
Muchas veces enfrentamos situaciones que
nos cambian la vida, que nos limitan físicamente o emocionalmente, como en el
caso de alguna amputación o lesión corporal o una enfermedad de un familiar.
Esto nos cambia toda la manera de organizarnos y las posibilidades de actividad
física y la manera como estamos acostumbrados a vivir. En esos casos, los
ajustes emocionales y los cambios de perspectiva de vida son mayores, pues
habrá que reconocer que la vida ahora es diferente, que ya no tiene las mismas posibilidades, que cambió y que hay muchas cosas que ya no se va a
poder hacer o tener, de la misma manera que antes. Pueden surgir muchas emociones
negativas ante el cambio, y el problema de la depresión puede contribuir a la
no aceptación de la nueva realidad.
En el trabajo emocional en casos de
traumas físicos o emocionales mayores, habrá que encontrar como, a pesar del problema o mas allá del mismo,
siempre damos respuestas o reacciones
que nos ayudan a vivir; tal vez, sea algo muy pequeño que hacemos y que no lo
hemos visto como lo que nos permite seguir adelante, el chiste es no dejar que
el trauma defina nuestra vida en la imposibilidad, siempre hay una opción, algo diferente del que podemos echar
mano o ideas que podemos decirnos, o otras habilidades que podemos aprender para
sobrevivir.
De que no es fácil hacerlo, no lo es, pero de que afortunadamente existe esa luz interna de conectarnos intelectualmente y emocionalmente con lo divino en nosotros, con todo lo que somos y que hemos creado, con todo aquello que sí podemos hacer aunque de diferente manera, con las nuevas posibilidades y cosas que tenemos que hacer ahora ante los cambios, con todo esto, que es el valor que le damos a la vida, pues somos la vida misma, la vida está en nosotros, en cada inspiración, en cada paso, con cada idea y con todo lo que somos capaces de descubrir en nosotros para cambiar.
La flexibilidad y la esperanza tendrán que abrir el camino que permita renovar la vida. Nunca estamos iguales y el trascender grandes traumas y problema, nos invita a renacer utilizando todo lo aprendido de haber vivido y de ser lo que hasta ahora hemos sido.
De que no es fácil hacerlo, no lo es, pero de que afortunadamente existe esa luz interna de conectarnos intelectualmente y emocionalmente con lo divino en nosotros, con todo lo que somos y que hemos creado, con todo aquello que sí podemos hacer aunque de diferente manera, con las nuevas posibilidades y cosas que tenemos que hacer ahora ante los cambios, con todo esto, que es el valor que le damos a la vida, pues somos la vida misma, la vida está en nosotros, en cada inspiración, en cada paso, con cada idea y con todo lo que somos capaces de descubrir en nosotros para cambiar.
La flexibilidad y la esperanza tendrán que abrir el camino que permita renovar la vida. Nunca estamos iguales y el trascender grandes traumas y problema, nos invita a renacer utilizando todo lo aprendido de haber vivido y de ser lo que hasta ahora hemos sido.