APRENDIENDO A QUERERME
Marta
Campillo
Cuando vivimos estamos como peces en el agua, nadando entre relaciones de todo
tipo. Algunas son cercanas e íntimas pues nos han cuidado y querido desde que
nacimos. Otras son de hermandad con hermanos carnales o con amigas o amigos que
tratamos como hermanos o con los que tenemos múltiples experiencias y
aprendemos a negociar lo que somos, lo que no nos gusta de los demás o de
nosotros mismos.
A lo largo de la vida y las interacciones y relaciones, vamos teniendo una idea
de cómo nos ven, de aquello que les parece muy bueno de lo que hacemos y nos
van diciendo directa o indirectamente como reciben nuestras acciones,
posiciones y respuestas ante la vida y los problemas. De esa historia de
interacción vamos creando las ideas de lo que somos, de lo que consideramos
nuestra identidad, de lo que valoramos y todo eso se van conformando nuestros
saberes de nosotros mismos, como una memoria viva interactiva de nuestra
identidad preferida
No todo lo que vivimos pasa a formar parte de lo que relatamos y analizamos.
Sólo lo más relevante o aquello que nos impacta, pasa a formar parte de la
historia narrada, y toda la otra experiencia vivida la conservamos no relatada.
Lo bueno de tener esa experiencia vivida no relatada, es que en el momento de
tener un problema, el cual se sostiene de una parte de la experiencia y de
ciertas conclusiones, existe otra parte, que está en nosotros y que al
recordarla nos puede aportar ahora, información útil para enfrentar o
resolver el dilema actual.
Recordemos ¿Cómo hicimos en el pasado para quitarnos la flojera, la tristeza o el enojo, o para lograr no hacer que nos perjudicara? Ese conocimiento no reconocido está ahí, es parte de lo que tenemos en la experiencia no relatada y no sabemos que lo tenemos. Así, una manera útil para analizar algo que nos pasa o para poder entender algo que vivimos como problema, es preguntarnos ¿Cómo le hice en el pasado para manejar este problema? o preguntarnos: en otras ocasiones en las cuales me sentí ofuscada o nerviosa, ¿cómo recuperé la tranquilidad? ¿Qué me ayudo a recuperar la calma para poder resolver el problema?
Recordemos ¿Cómo hicimos en el pasado para quitarnos la flojera, la tristeza o el enojo, o para lograr no hacer que nos perjudicara? Ese conocimiento no reconocido está ahí, es parte de lo que tenemos en la experiencia no relatada y no sabemos que lo tenemos. Así, una manera útil para analizar algo que nos pasa o para poder entender algo que vivimos como problema, es preguntarnos ¿Cómo le hice en el pasado para manejar este problema? o preguntarnos: en otras ocasiones en las cuales me sentí ofuscada o nerviosa, ¿cómo recuperé la tranquilidad? ¿Qué me ayudo a recuperar la calma para poder resolver el problema?
Recuperar nuestros saberes es muy útil y nos hace reconocernos, encontrar las
partes de nosotros mismos que nos pueden ayudar, descubrir todo lo que somos
capaces de enfrentar, de lograr o de crear maneras de vivir, es lo que nos
permite tener una visión de identidad personal. Esa posición tiene el efecto de
que podamos reconocernos desde las posibilidades de ser como queremos ser, de
vivimos competentes y satisfechos de contar en nosotros mismos para afrontar
los problemas. La visión de lo que somos es fluida, esto es cambiante y
depende de las interacciones que tengamos en el presente, esto es, si en alguna
ocasión nos comportamos de un manera que se describiría como valiente, o
competente, o generosa, estamos hablando
de acciones que se dieron en un contexto y en una interacción particular,
concebir la vida en movimiento nos permite reconocer el contexto de eventos e
interacciones en lo que nos podemos comportar de una manera preferida y si los
consideramos como algo estático dentro de nosotros mismos; si de casualidad no respondemos
o actuamos así, no quiere decir que no
podamos actuar de manera valiente o generosa, quiere decir que estamos ignorando
el contexto en el que ahora se produce una actuación que non nos gusta. No existen cualidades internas inamovibles,
fijas y con la que actuemos más allá de donde y con quien estemos. Cuando
pensamos en que “somos” buenos, sinceros o amables, estamos generalizando eso a
todas las situaciones y así no se puede entender que provoca o a que se
responde con bondad, sinceridad o amabilidad.
Querernos pasa por conocer las mejores
maneras de ser y en las que tenemos que trabajar para dejar de hacerlas o
cambiar. Querernos es celebrar haber logrado hacer lo que consideramos preciado,
o a lo que le damos valor, ser buen hermano, hijo o amigo, ser una persona
generosa, bondadosa y compasiva. Perdonarnos los errores y trabajar siempre en mejorar
lo que somos y aquellas cosas en que no hemos podido resolver los conflictos
con alguien. Querernos significa aceptarnos, no tener expectativas injustificadas
y al no cumplirse generen menosprecio o enojo con nosotros mismos. La mirada
tienen que basarse en una concepción de que somos “solo seres humanos aprendiendo
a vivir”.