viernes, 7 de febrero de 2020





SI, PERO NO
marta campillo

      En muchas ocasiones en las relaciones que mantenemos, nos comportamos bajo una premisa que se articula por la idea: "sí pero no”; “si te quiero, pero no acepto como eres". Se trata de que cuando pensamos con dos premisas encontradas al mismo tiempo, que crean una propuesta contradictoria e irresoluble puesto que implican perspectivas opuestas y si tratamos de mantener y vivir de acuerdo con las dos, nos complica la posibilidad de entender que nos pasa, por que nos afecta tanto la confusión que se genera, no permite que evaluemos las consecuencias de estar en un lado o en el otro, y se sigue creando la ilusión de que se pueden mantener y vivir con los dos polos opuestos.
       Esta manera de pensar y de actuar es muy confusa, muchas veces no nos percatamos de que estas dos expresiones contrarias y juntas son una paradoja, o sea un planteamiento irresoluble de dos visiones contrarias en una misma relación. Una manera de pensar que no permite aclarar los problemas, o las relaciones, para poder entender loa manera como nuestras acciones sin querer mantienen los problemas, y además no vemos cómo podemos cambiar. Las paradojas son irresolubles si no nos ponemos de un lado o del otro, hay que tomar partido. Por ejemplo, si yo quiero bajar de peso y digo “si quiero bajar, pero no quiero hacer nada” estoy en una paradoja, aunque no lo diga. Luego entonces si no resuelvo estaré preocupada o viviendo mal sin poder cambiar. Por otro lado, si tomo una decisión y digo “sí quiero bajar” entonces hay que preguntarse ¿Cuál es el plan de acción? Tal vez, dieta, ejercicio, meditación y deporte o lo que ayude. Si digo “no quiero” bueno tengo entonces que estar consciente de las consecuencias del sobrepeso, posible enfermedad, no estar feliz con el estado del cuerpo y la autoimagen, deterioro de la movilidad y la capacidad física etc.
           Pensar en las consecuencias que el pensamiento paradójico tiene sobre la vida, y para la posibilidad de resolver problemas, nos permite desentrañar los obstáculos que esconden la realidad de los que vivimos. Cuando definimos las relaciones con los demás o con nosotros mismos desde la paradoja, nos encerramos en el sufrimiento. Muchas veces sucede eso en las parejas y sin decirlo se comienza a vivir aceptando cosas que no queremos, por ejemplo, te quiero, pero quiero tener otras parejas. ¿Cuál es la consecuencia de aceptar eso? No me quiero ir de la relación y terminarla pero, no me puedo quedar en la relación. Entonces si me quedo en la relación pero no me quedo a gusto a vivir bien. Para resolver hay que ponerse de uno de los dos lados. O me quedo y aprendo a que no me duela y a vivir así, o me decido a irme y dejar la relación en la que la persona no quiere o puede cambiar.
      No es únicamente darse cuenta de que hay situaciones con las que no podemos vivir puesto que no las podemos cambiar, sino que para resolverlas hay que tomar una decisión, si me pongo del lado del “sí quiero” ¿Eso qué implica? que tengo que hacer todo lo necesario para poder lograrlo. Si digo “quiero sacar 10 pero no quiero estudiar y hacer todo lo que me piden” las probabilidades de que eso pase son nulas. Si digo “sí quiero” y hago tareas, estudio, presento trabajos etc. Lo más seguro es que salga bien, que si pueda obtener lo que quiero. Y si digo “no” quiero hacer todo eso, me estoy poniendo del lado del no y tomo la decisión de no hago, tengo que pensar en las consecuencias de no hacerlo. Si digo “si quiero” pero no puedo tendría que explorar que dificultades tengo para aprender, para adquirir esa habilidad que me permita acceder a ese conocimiento, por ejemplo, clases particulares, o resolver algún problema neurológico, y buscar soluciones.
      La paradoja ciega ofusca, y confunde pues nos atrapa en la indecisión, en el empeño de querer mantener dos cosas irreconciliables y mantener los problemas que nos hacen sufrir. Darse cuenta de las maneras paradojales en que pensamos y en las que actuamos, nos permite que podamos decidir y darnos cuenta de con que cosas sí, podemos vivir y con cuales, aunque nos duela, no podríamos quedarnos y seguir manteniéndonos en esa relación o en ese estilo de vida. Así, para poder aclararnos acerca de lo que vivimos o los que nos pasa, cuando no podamos ver muy claro, podemos preguntarnos ¿Es esto lo que quiero hacer o así es como quiero vivir? ¿Qué si acepto y quiero de como vivo? ¿Y con que no puedo vivir? Si decido quedarme, tengo que hacer o aceptar las consecuencias de esa decisión. Si decido irme o salirme o no hacer eso con lo que no puedo vivir, a la mejor tendré un dolor momentáneo, pero aprenderé a tomar decisiones que me favorezcan, a no ponerme o a estar en situaciones de aceptar la injusticia. Aprender a rescatarse es una habilidad importante para salvaguardar la integridad.

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