viernes, 9 de agosto de 2019


   
La Vida es Bellaa mi hija Isabella
Cecilia Maciel

      En la Terapia Narrativa hacer honor a las personas ausentes y reconectarse con lo importante de su amor y su presencia en nuestra vida se puede hacer a través de presentarle a esa persona, a alguien que consideremos tiene que conocerla y ya no tuvo la oportunidad, como una hija o un familiar, aquí está un ejemplo:
I
Podría contarte quien fue la abuela a través de estas palabras...Sostén, Refugio, Aceptación, Comunión. 
Cada una de estas palabras podría ser el título de una historia sobre ella, sobre mí y sobre mi infancia, sobre nuestra familia.
Pero -por ahora- atesoraré esas historias para narrártelas oralmente y en cambio escribiré una historia sobre ella y sobre vos. Ustedes dos también comparten una historia. 
II
Conocimos la fuerza de la que era capaz cuando supo que pronto se iba a morir. 
No había poder en el mundo que pudiera contrariar su fe en que volveríamos a vernos algún día. 
Agradeció todo lo vivido y humildemente pidió perdón. 
Se fue en paz y la profunda convicción de haber sido amada.
A su lado estaban el abuelo, tus tíos, tus primos, su hermana, sus amigos. También tu papá, tu hermano y vos, un milagro en mi vientre que -luego supe- traía la primavera en sus ojos. También estaba yo.
Y no tengo dudas Isabella, que lo que nos mantuvo calentitas durante aquel crudo invierno fue el abrigo que, desde que fui niña, ella tejió para las dos.  
III
Poco tiempo después llegaste al mundo, todos los que se acercaban a conocerte se enamoraban de tus ojos curiosos, intensos, primaverales.
Estoy convencida que lo que inició aquel equinoccio en tu mirada fue el fenómeno astronómico que generó la abuela Ana una vez que llegó al cielo. 
Durante un largo tiempo solo me fue posible ver la belleza del mundo a través de tus ojos. Solo en ellos podía distinguir las diferentes tonalidades de verdes en el bosque nuboso, en el océano pacífico, en la impactante sierra ecuatoriana. Solo en ellos era posible advertir la iridiscencia de las gotas de rocío en los pétalos de las coloridas rosas que nos rodeaban. 
Hasta que un día, de tanto mirarte, empecé a advertir que la vida y el mundo eran tan bellos como se veían en tu mirada.  
Se me ocurre algo para que puedas terminar de entender esta historia, puedo prestarte mis ojos para que puedas mirarte a través de ellos. ¿Te ves? Infinitamente amada...Así como yo te miro te miraría la abuela Ana. 




















No hay comentarios:

Publicar un comentario