domingo, 6 de marzo de 2022

SABERES ANTE LA ENFERMEDAD

   MARTA CAMPILLO     

      Enfermarse es parte de vivir, desde el nacimiento nos enfermamos y esto es parte de las problemáticas de vida con las que tenemos que aprender a lidiar. No todas las enfermedades presentan los mismos retos, ni se presentan de la misma manera en las personas       Generalmente de inicio, hay confusión acerca de lo que nos sucede, hasta que se logra tener un diagnóstico y se puede aclarar un poco lo que recomiendan de tratamientos y del proceso que los médicos proponen. Cuando las enfermedades son complejas o raras, el diagnóstico toma mucho tiempo estudios e involucran procesos dolorosos y costosos. Sobrevivir a ese proceso ya es en sí toda una hazaña.

      En el proceso de enfermar, necesitamos ir más allá del miedo y del desconcierto que producen los síntomas, de dolor o malestar, para comenzar a desarrollar un cocimiento de la manera en como respondemos, y de todo lo que hacemos de manera consciente, o sin darnos cuenta y nos ayuda a estar mejor.

      Además, la enfermedad da en un momento de la vida, en el que existen ciertas condiciones de vida, relaciones especiales y proyectos personales que se interrumpen. Para comenzar a entender la manera como la estamos viviendo, tenemos que mirar a la manera como estamos reaccionando. Muchas veces de inicio no creemos que nos esté ocurriendo, eso hace que emergen muchas emociones, a veces enojo, otras desesperanza y tristeza y muchas veces miedo. En general en la vida, gran parte de las cosas son predecibles conocemos las consecuencias de las acciones y eso nos el tratamiento y más o menos el tiempo que nos lleva sanar permite conocer el camino de sanar. Por ejemplo con muchas enfermedades infecciosas como el catarro o la diarrea o malestares estomacales, conocemos los síntomas, sabemos los remedios que nos mejoran y nos curan.

      El proceso con enfermedades graves es otro. En primer lugar los síntomas no son comunes, pueden ser más severos y el propio proceso de no saber lo que nos está pasando produce inseguridad con respecto a lo que se habrá de enfrentar y la severidad de los tratamientos y el pronóstico que tiene esa enfermedad. No obstante lo asustador que puede ser un diagnóstico, vivir la enfermedad moviliza la manera en como hemos aprendido a responder a sentirnos mal, o con dolor o a tener malestar. De tal manera que necesitamos reconocer las preguntas acerca de que podemos hacer para enfrentar las dificultades y poder sobrevivir. Tal vez nos habíamos preguntado ¿Cómo manejo el miedo a la enfermedad? ¿Cómo me calmo para no agrandar las sensaciones desagradables y soportarlas? ¿Cómo logro que la enfermedad no domine mi vida? ¿Qué hago para mantener la esperanza? ¿Qué ideas o creencias me ayudan a no permitir que la desesperanza predomine? ¿Y qué las ideas me repito o me digo para descartar a las ideas negativas?

             Nadie se mantiene pasivo ante la enfermedad, lo que hacemos, lo que creemos, lo que esperamos, las emociones que se generan y la manera de manejar los síntomas, todo lo que hacemos se convierte en el proceso de responder a la enfermedad. Dicho proceso puede dejarse ir hacia lo negativo, pero también hay la posibilidad de observar e identificar aquellas maneras de responder, esas ideas que hacen visible la esperanza y ayudan a identificar lo que nos motiva y nos conecta con la vida, que nos permite cambiar lo que hacemos si no es útil, y así, podemos encontrar una mejor manera de sobrellevar las dificultades inherentes a enfermar.

     Hacer visible lo que nos importa, a lo que le damos valor forma parte te responder a la enfermedad. Identificar, sentir y tener presente lo que nos motiva a vivir, nos invita a revisar como estamos reaccionando, si lo que estamos haciendo nos facilitara soportar esa enfermedad; si permite crear las condiciones de calma y tranquilidad para apoyar la recuperación. Tal vez, para poder hacer las cosas que ayuden tenemos que deshacernos de algunos problemas, y también puede ser que necesitemos ayuda de otras personas en el proceso.

      Conectarnos con lo que nos da fuerza de vivir, abre el camino de conocer a nuestras propias habilidades de vida, las maneras como le damos vuelta a lo negativo ignorándolo o no dándole credibilidad, creando un autodiálogo positivo, realizando actividades preferidas, aprendiendo nuevas habilidades como meditación o yoga, compartiendo con otras los logros en el manejo de los síntomas y recuperando la vida a cada instante.

    

 


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