sábado, 14 de mayo de 2022

 

EL PODER DEL AMOR

      Marta campillo

      A lo largo de la vida recibimos múltiples manifestaciones de amor, en cualquiera de sus formas, cuidados, alegría ternura, aprobación sonrisas. La aceptación que es una de las vías en que se trasmite el amor, al relacionarnos con los otros, nos va dando la imagen de lo que somos; de lo que preferimos en la vida y de lo que vamos aprendiendo a valorar, a preferir y crear significados de experiencias con las que se va formando la identidad.

     Al estar interactuando continuamente con personas amorosas que nos demuestran aceptación, aprendemos que el vínculo de las relaciones se manifiesta a través del amor. La gran tarea de constitución de la identidad, se va generando en el proceso relacional a través del cual, aprendemos a dar valor a lo que experimentamos y a tomar una posición de aceptar o rechazar esa experiencia, para que nos permita decidir lo que nos gusta y lo que queremos para moldear nuestra vida.

      Nosotros articulamos nuestra forma de vivir a través de la convivencia y de la interacción, en las cuales vamos teniendo ideas de la manera en la cual, el de modo de como actuamos es recibido y visto por otras personas o compañeros. Aprender de nuestra identidad es un proceso activo y dinámico, en el que estamos inmersos toda la vida, negociando con otras personas. Es en el nicho de la interacción donde aprendemos a que nos cuiden y cuidar, donde desarrollamos habilidades de demostración de sentimientos, que hablan de lo sustancial que es una persona o experiencia para nuestra vida.

      El amor no tiene límites. Así, dar o sentir amor, en una experiencia emocional, vivencial, fisiológica, y relacional. Aprendemos a querer de múltiples maneras, variadas intensidades y a una gran variedad de personas y objetos de nuestra vida. Por ejemplo, amamos vivir y el amor lo expresamos de diferentes maneras, realizar una actividad que nos llena de emoción, o dar amor a una mascota, como si fuera un hermano, o hacer una acción de generosidad por otra persona, etc.

     Algo muy importante es reconocer el proceso de apoyo y aceptación que vivimos desde pequeños. El cariño y la protección que recibimos de nuestros cuidadores, nos va enseñando el efecto que el cariño tiene en las emociones y las relaciones con los demás. Así, vamos creando un camino de reconocer cuando y como dar cariño, formando una manera amorosa de ser, de valorar y tener una visión del manejo del amor que damos en nuestras relaciones.

     Lo valoramos en la vida, no siempre lo tenemos claro o ha sido reconocido, sin embargo ante situaciones de crisis, lo que hacemos para responder se basa en pensar en aquello a lo que le damos valor, lo que nos inspira, nos anima y nos impulsa. Pareciera ante situaciones de crisis que no vamos a ser capaces de hacer lo que se necesita y sin embargo, lo que valoramos, el amor a la vida, a la familia, amor a vivir pueden ser un motor muy importante que nos impulse a responder de la manera que queremos hacerlo.

      Cuando impulsados por la fuerza de lo que valoramos, del amor a nuestra vida, de lo que nos motiva, de las personas a quienes queremos y cuidamos, logramos sobreponernos al dolor, hacer grandes sacrificios económicos o emocionales, soportamos a la enfermedad o realizamos esfuerzos para cuidar el bienestar de las personas amadas. Muchas veces la única explicación de una gran motivación para actuar, para cambiar, para sobreponerse ante los retos de la adversidad, tiene que ver con el amor como motivo para vivir.

    

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