DEJAR IR
Marta Campillo
Marta Campillo
Dejar ir es una decisión que se tiene que
enfrentar cuando la relación ha fallado, y en esa interacción, ni con la
negociación se ha podido ir más allá de la manera de ser de cada integrante y en
las que el sufrimiento sobrepasa la capacidad de quedarse en la relación, ya
sea esta un relación cercana, vital o más lejana. Hay momentos en que la
interactuar con la otra persona se vuelve insoportable y muchas veces se tiene
un afán de querer componerla, de tolerar, de tratar de que el otro entienda nuestras
razones, de que cambie y en ese deseo se llega a tolerar violencia o injusticias;
todo lo que hace más complicado saber qué es lo que se quiere hacer para
resolver. Existe mucha confusión emocional cuando la separación es difícil y
confusa.
Cuando una relación termina parecería que,
con solo, no tener contacto con la persona y cerrar todas las
interacciones, el procedo de alejamiento y la separación sería posible,
pero muchas veces no es así. Seguimos albergando la esperanza, queriendo saber
de la otra persona, manteniendo contacto indirecto, lo que mantiene las heridas
abiertas y no permite que la energía emocional se dirija a uno mismo.
Algunas relaciones son tan íntimas, profundas, llenas de pasión y de amor, que
parecen ofrecernos un nirvana, un lugar como el útero materno en el que
recibimos toda esa energía y vitalidad que necesitamos, y por eso la traición o
los conflictos y la injusticia hacen que queramos darlo todo antes de que se
acabe. Pareciera que no vamos a ser capaces de vivir sin esta. Pero terminar la
relación sin terminarla, salirnos pero quedarnos, no estar pero seguir buscando
información y contacto, hacen que se cree una paradoja irresoluble. Un estado
que se gobierna por “Sí pero no”, y así no se puede vivir, solo se produce
confusión en todos sentidos. Tendríamos que ponernos del lado del si me voy con
todo lo que eso implica, una ruptura total, o ponernos del lado de quedarse con
las consecuencias de sufrimiento que eso conlleva.
Dejar ir, presupone dejar de sentir, no anhelar
que las cosa fueran diferentes, no recordar todas las cosas que nos hacían
felices y que necesitamos. Separarse implica en muchos casos perdonar las
ofensas recibidas, que han creado dolor, enojo y resentimiento. Y a la vez
tendríamos que pensar en nuestro propio rescate, puesto que vivir cargando el
peso del enojo, mantenerse pendiente de la otra persona o continuamente
recordando y sintiendo la tristeza y depresión de la ausencia, no deja espacio
para la vida emocional creativa.
Poder separarse comienza por un proceso de aceptación
de que la relación ya terminó y del reconocimiento de cuáles son las cosas que tenemos
que trabajar para poder sobrevivir y reconstruirnos valorando lo que somos, lo que
tenemos y decidiendo que es lo que queremos vivir.
Recuerdo un día que un gran amigo me hizo
una pregunta que se ha quedado conmigo ¿Serías capaz de vivir y amar a alguien
que no te quiere, que miente, que te traiciona? Y la repuesta me confronto con la
elección de la clase de vida que estaba escogiendo. Podría haber seguido
lamentando la traición, el dolor, la necesidad de tener esa relación negativa o
ponerme del lado de lo que valoro, de las cosas en las que creo, de reconocer
la clase de vida y de relación que quiero tener. La respuesta fue obvia y la
decisión de no seguir ahí fue muy clara, no sería capaz de someter todo lo que
valoro a la crueldad y a la injusticia de esa relación.
Cuanto más confusa sea la relación cuanto
más necesario es poner distancia, alejarse de todo lo que se esa relación implica, para poder reconocer que tenemos la capacidad de decidir como queremos vivir,
que cosas son las que nos mantienen siendo la persona que somos, como queremos
interactuar con la otra persona en la relación, con sinceridad, con igualdad,
con respeto y dando lo mejor de nosotros.
Reconocer que todos tenemos cosas a las que les damos valor y nos
inspiran, nos mantienen, nos motivan y nos permiten articular la vida que
queremos tener, eso es el camino para decidir alejarnos, cicatrizar las heridas y mirar
hacia el futuro.
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