miércoles, 7 de noviembre de 2018



   
DEJAR IR
       Marta Campillo

     Dejar ir es una decisión que se tiene que enfrentar cuando la relación ha fallado, y en esa interacción, ni con la negociación se ha podido ir más allá de la manera de ser de cada integrante y en las que el sufrimiento sobrepasa la capacidad de quedarse en la relación, ya sea esta un relación cercana, vital o más lejana. Hay momentos en que la interactuar con la otra persona se vuelve insoportable y muchas veces se tiene un afán de querer componerla, de tolerar, de tratar de que el otro entienda nuestras razones, de que cambie y en ese deseo se llega a tolerar violencia o injusticias; todo lo que hace más complicado saber qué es lo que se quiere hacer para resolver. Existe mucha confusión emocional cuando la separación es difícil y confusa.
     Cuando una relación termina parecería que, con solo, no tener contacto con la persona y cerrar todas las interacciones, el procedo de alejamiento y la separación sería posible, pero muchas veces no es así. Seguimos albergando la esperanza, queriendo saber de la otra persona, manteniendo contacto indirecto, lo que mantiene las heridas abiertas y no permite que la energía emocional se dirija a uno mismo.
     Algunas relaciones son tan íntimas, profundas, llenas de pasión y de amor, que parecen ofrecernos un nirvana, un lugar como el útero materno en el que recibimos toda esa energía y vitalidad que necesitamos, y por eso la traición o los conflictos y la injusticia hacen que queramos darlo todo antes de que se acabe. Pareciera que no vamos a ser capaces de vivir sin esta. Pero terminar la relación sin terminarla, salirnos pero quedarnos, no estar pero seguir buscando información y contacto, hacen que se cree una paradoja irresoluble. Un estado que se gobierna por “Sí pero no”, y así no se puede vivir, solo se produce confusión en todos sentidos. Tendríamos que ponernos del lado del si me voy con todo lo que eso implica, una ruptura total, o ponernos del lado de quedarse con las consecuencias de sufrimiento que eso conlleva.   
      Dejar ir, presupone dejar de sentir, no anhelar que las cosa fueran diferentes, no recordar todas las cosas que nos hacían felices y que necesitamos. Separarse implica en muchos casos perdonar las ofensas recibidas, que han creado dolor, enojo y resentimiento. Y a la vez tendríamos que pensar en nuestro propio rescate, puesto que vivir cargando el peso del enojo, mantenerse pendiente de la otra persona o continuamente recordando y sintiendo la tristeza y depresión de la ausencia, no deja espacio para la vida emocional creativa.
      Poder separarse comienza por un proceso de aceptación de que la relación ya terminó y del reconocimiento de cuáles son las cosas que tenemos que trabajar para poder sobrevivir y reconstruirnos valorando lo que somos, lo que tenemos y decidiendo que es lo que queremos vivir.
      Recuerdo un día que un gran amigo me hizo una pregunta que se ha quedado conmigo ¿Serías capaz de vivir y amar a alguien que no te quiere, que miente, que te traiciona? Y la repuesta me confronto con la elección de la clase de vida que estaba escogiendo. Podría haber seguido lamentando la traición, el dolor, la necesidad de tener esa relación negativa o ponerme del lado de lo que valoro, de las cosas en las que creo, de reconocer la clase de vida y de relación que quiero tener. La respuesta fue obvia y la decisión de no seguir ahí fue muy clara, no sería capaz de someter todo lo que valoro a la crueldad y a la injusticia de esa relación.
      Cuanto más confusa sea la relación cuanto más necesario es poner distancia, alejarse de todo lo que se esa relación implica, para poder reconocer que tenemos la capacidad de decidir como queremos vivir, que cosas son las que nos mantienen siendo la persona que somos, como queremos interactuar con la otra persona en la relación, con sinceridad, con igualdad, con respeto y dando lo mejor de nosotros.  Reconocer que todos tenemos cosas a las que les damos valor y nos inspiran, nos mantienen, nos motivan y nos permiten articular la vida que queremos tener, eso es el camino para decidir alejarnos, cicatrizar las heridas y mirar hacia el futuro.
     

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