domingo, 19 de agosto de 2018



APRENDIENDO A SER YO MISMA
     Ana Marina Flores Arroyo
Muchas veces en la vida escuche "se tu misma", y creía que para ser yo misma tenía que ser lo más diferente posible a los demás; crecí con  duda respecto a lo que esa frase significa y luchaba por no parecerme a nadie, compitiendo con mi hermana, con mi madre, con los y las compañeras de clase, con mis amigos y amigas.
     Se tu misma siendo totalmente diferente a los demás,  ha sido tal vez una de las consignas más difíciles de vivir; en el camino de formarme me encontré en un permanente torbellino de confusiones, peleando por un lugar en el mundo a través de negar mi historia de relaciones y aprendizajes.
No recuerdo exacto la edad que tenía la primera vez que empecé a reconocerme a través de lo que había aprendido con otros, de otros y en compañía de otros. Pero recuerdo estar en mis 20s y estar sentada en el café chiquito cuando pensé y escribí por primera vez acerca de una persona cercana y su impacto en mi vida y lo que ahora soy. Escribir de las personas significativas se volvió un ejercicio cotidiano y allí, visibilizando las contribuciones que esos otros habían hecho en mi vida fue que encontré el sentido de ser quién soy.
     Ser yo misma,  es ahora ser valiente para reconocer mis errores como mi hermana me enseñó la tarde que rompiendo aquel falso orgullo, se sentó conmigo en la escalera para disculparse  por la manera como me había herido alguna vez siendo niñas; ser yo misma, es ser  amable y compasiva como mi madre quien desde hace muchos años es capaz de ofrecer su comida, un abrazo y una sonrisa a quien lo necesita; leal como uno de mis hermanos a quien recuerdo yendo por mí a las fiestas para que no regresara sola de madrugada. Hoy me reconozco amorosa y divertida como mis otros hermanos quienes en los viajes familiares contaban chistes, cantaban y jugaban con mis hijos para hacer el viaje menos pesado; hoy puedo mirarme como una mujer trabajadora y sensible como mi padre, aun lo puedo ver sentado en su consultorio atendiendo un paciente tras otro y siempre con una sonrisa para ellos. Hoy puedo ser quién puede reeditarse como mi pareja, quien ha dejado atrás costumbres dañinas para ser mejor persona. Puedo ser juguetona y bromista como mis hijos, quienes me han enseñado que se puede reír y reír y reír hablando de cosas tontas, viendo videos o contando anécdotas. Hoy puedo ser quien vive la vida a pesar de las adversidades, tal como me lo enseñaron dos de mis grandes amigas de vida a quienes, a pesar del dolor vi sonreír, pasear, divertirse, enfrentando la muerte, y así podría seguir la lista con mis amigos y amigas, mis compañeros de viaje en la vida…
     Este ejercicio que inició sin un sustento claro, me ha permitido clarificar quien soy, dejar de competir con los demás y renunciar a las ideas acerca de cómo debo ser y existir en este mundo, porque lo que soy es parte de esa red de relaciones cercanas con ellos y esa pertenencia me da sostén en la vida y ante la adversidad.
     Reconocer las raíces de nuestra identidad nos abre la posibilidad de significar de modos diversos nuestras relaciones, y descubrir en ellas lo que somos y valoramos para poder estar bien y salir adelante de los problemas; reconocernos en las relaciones amorosas con las personas que han sido importantes, nos permite ampliar el conocimiento acerca de nosotros mismos y nos da la oportunidad de amarnos a través de esos otros y de amarles de modo profundo encontrando lo que nos ha unido.



3 comentarios:

  1. Querida Ana, me gustan mucho tus reflexiones, la transparencia y calidez de ellas.
    No me sorprende que surjan de ti, de la experiencia de vida que te has atrevido a vivir.
    Valiente siempre te intuí... Esa valentía se traduce en abrir tu corazón y decir lo que sientes con toda dignidad
    Un gran abrazo

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  2. Mi bella maestra Ana... Leerte me lleva a mi infancia y adolescencia... Donde no sabía quien era ni lo que quería ser en la vida... Tuve padre neófitos que por azares del destino no tuvieron la oportunidad de estudiar ... Solo recibía consejos de una abuela amorosa que me enseñó valores que ahora pongo en mi vida, sin embargo durante mucho tiempo me busqué así mismo, experimente cosas que mis padres se avergonzarian su hubieran sabido... Tomando una de las muchas enseñanzas de mi abuela fue aprender a leer sin que ello supiera hacerlo, solo miraba imágenes y las describía y yo creí que me leía.. Solo imaginando... Después aprendí a leer y mis mejores amigos fueron los libros y ellos me ayudaron a encontrarme y a ser una gran parte de lo que ahora soy... Cuanta belleza hay 3n su texto... Gracias por compartir... Un abrazo!

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  3. Así es Anita. Nos piden ser “uno mismo” como si hubiéramos nacido por generación espontánea y como si hubiéramos vivido en una isla desierta, cuando en realidad somos nuestras historias de relaciones significativas. Besos y felicidades!

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