jueves, 6 de septiembre de 2018



   
EL LABERINTO DE LA PAREJA
        Marta Campillo 

   Cuando conocemos a una persona y hay una gran atracción,  no únicamente física sino que se comparten muchas cosas, lo afectivo y emocional, o se tienen coincidencias en muchos niveles los gustos, los intereses, las preferencias culturales, se piensa que esa persona va a ser  EL ESPEJO DEL ALMA, que nos va a entender mejor que nadie, que vamos, a poder darnos sin restricción y recibir lo que hemos soñado y que va a reflejar lo mejor de lo que somos.
      Partimos de la idea de que el otro nos dará aquello que anhelamos, casi sin que tengamos que decirlo. La realidad es que toda relación es una interacción que hay que negociar. Tal vez, se tenga que platicar de los detalles de la manera en que a cada uno le gusta vivir. Tal vez, haya que explicitar lo que uno espera en términos de fidelidad, o del manejo del dinero, o de los gustos de recreación y algo muy importante es la dinámica a través de la cual se llega a una decisión.
     Muchas veces la atracción sexual hace que todos los demás aspectos queden de lado y a la hora de conocerse, se descubre que no existen tantas o ninguna coincidencia y comenzamos a querer imponer nuestra visión o manera de ser y a discutir y pelear.
     Algo que es muy relevante en la relación de pareja, es el que la otra persona nos pueda decir cuáles son las consecuencias y LOS EFECTOS que NUESTRAS ACCIONES tienen en su vida. Nosotros tenemos que estar dispuestos a escuchar y reconocer que lo que hacemos perjudica. Esto puede ser desde lo más trivial hasta lo más importante. Por ejemplo, el orden en la casa o como se van a pagar los gastos o la manera de educar a los hijos.
     Hay una condición lógica en la que sin darnos cuenta entramos, es una propuesta que se entiende por la idea de "SI, PERO NO", esto es, LA PARADOJA. Así, si uno dice "te quiero, pero no te acepto", eso es incompatible y no se puede resolver.
     La paradoja, es una manera de posicionarnos en la cual, se mantienen ideas contradictorias. Por ejemplo, quiero la relación, pero no quiero reglas o ser fiel. ¿cómo se resuelve la contradicción? Poniéndose del lado del sí o del no, por ejemplo, si quiero la relación, luego entonces acepto lo que conlleva tenerla. O no la quiero, entonces debo alejarme. El problema es no darse cuenta de la contradicción y vivir queriendo todo. Cotidianamente tenemos ideas paradojales, quiero bajar de peso no quiero hacer ni dieta ni ejercicio, imposible lograrlo. 
     Resolver implica reconocer la paradoja y decidir de qué lado se quiere estar, de si o del no. Aceptar las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre la vida de las otras personas permite entrar en el camino de poder clarificar que dos lo que uno quiere y está dispuesto a hacer para negociar y conservar la relación.
     El amor por la persona muchas veces permite que se tenga la disposición de negociar, de aclarar la posición y necesidades de cada una de los integrantes de la pareja. Aunque siempre el conflicto implica cambio, o enfrentar el dolor de la mentira o la traición y el tener que encontrar la manera de vivir con algo que puede no ser fundamental y dar espacios para que cada quien haga lo que necesita
     Algo muy importante es una manera de hablar que comúnmente le llamamos ningunear, lo que se llama descalificación. Esto es, cuando la persona dice algo, rechazarlo, no creerlo, invalidarlo con otros argumentos o nos burlamos. Es importante reconocer cuan ninguneamos a la otra persona, pues el efecto sobre ella es TU NO CUENTAS. La consecuencia de responder así, es aumentar la confusión y el conflicto.
     Cuando interactuamos para negociar hay que preguntar todo lo que no entendamos para poder conocer la manera de pensar del otro/a, desde que premisas sostiene esa manera de ser. Así y solo así, reconociendo nuestras paradojas y la manera en que cerramos la negociación descalificando, es que existe una posibilidad para la reconciliación o el perdón. El amor puede resurgir cuando con honestidad se quiere conservar la relación y cambiar.

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